jueves, 10 de marzo de 2016

El año  2015 ha sido el AÑO GAFE.

Compaginar un master presencial con mi trabajo en un juzgado a una hora y pico de mi casa en coche( 132 kms por trayecto, vaya!): LOCURA.

Dos averías gordas por el tute de kilometros, dos veces a punto de estamparme con el coche debido al estrés y al mogollón de carretera que me he tragado y al fin, acabo el master: ALIVIO.

Me rindo a la evidencia de que si quiero vivir unos años más, he de alquilar un piso cerca de mi trabajo. Y así lo hago.

Y, cuando llevo un mes allí, ME ESTAMPO: no con el coche, sino contra el suelo mientras practico una de las cosas que más me gusta, escalar.
RESULTADO: fractura de meseta tibial, un yeso que me va del pie hasta la ingle y reposo.

Entre tanto, mi perra Kika, que ya esta mayor y con una salud delicada, fallece: MIERDA.



Me vuelvo a mi casa,a pasar la baja, dejando el piso de alquiler( aunque sigo pagandolo ya que tarde o temprano tendré que volver al curro, no?) y es cuando empiezo a pensar en los ultimos 8 años pasados trabajando en la Administración pública.
Muchos viajes, muchos cambios de residencia, conocer a mucha gente- cosa que me encanta- vivir en sitios diferentes y recorrer este pequeño y maravilloso país catalán, del cual no soy oriunda pero en el que me siento como en casa.

Un balance positivo pero una conclusión que se impone: tengo 40 años y no me veo yo llevando la vida de un romanichel como lo llevo haciendo desde que salí de casa de mis padres, con 18, así es que ya va siendo hora de que me saque una plaza cerca de mi casa  y deje de dar vueltas como una peonza por toda Cataluña.
Kika, la conocí en el año 2000, en un pueblo de Teruel